viernes, 14 de enero de 2011

Aullido a medianoche

Esta mañana me he tomado un café contigo, pero algo no estaba igual. El sabor se había tornado aún más amargo si cabe, y las dudas se asentaban en mi cabeza. Un paseo, dos horas sola, tres latidos. Mil imágenes, tantos recuerdos, todas las ganas de ti…

Es curioso lo que la vida es, lo que es la mía, lo que es la tuya… La no nuestra.

Podría escribirte un libro –bien lo sabes-, y una trilogía, y diez mil mitos. Podría dedicarte entera, romper todos los silencios, enumerar listas sobre ti, sobre lo bueno y lo malo, sobre las virtudes, sobre los porqués. Podría contar al mundo lo que siento, salir corriendo, gritar al Universo que te quiero, que hoy todo se me encoje por dentro, y que me hace pequeñita y cobarde, y fuerte y lenta, y amable.

Podría secarme todas las lágrimas estas que me apresan el ego, y bailar dichosa alrededor de una hoguera a la espera, siempre a la espera, de que cambies de idea. Dichosa también por todo lo que ya fue. Dichosa porque aún no estoy muerta.

Hoy tengo mil preguntas en el pecho y mil dagas en el alma, que me aprisionan hasta el aliento. Mil dagas que ya apenas duelen tras tantos años de lamento. Una daga, aquel día en que paseabas, en que echabas un último vistazo. Otra daga, una sonrisa, un abrazo. Tercera daga, trescientas sesiones de llanto. No puedo seguir. No me sale. Ahí están todas, ahí caen por mi rostro. Ahí se me mueren por dentro, lentamente, descarriadas.

Y en mitad de todo este tormento, un tímido rayito de luz. Sólo uno. Ahí está. Yo lo veo. Lo veo poco, sí, pero lo veo. Es mi guía, es mi anhelo, es mi esperanza, es mi consuelo…

Llegará el día, ese día que tanto espero. Tú lo sabes. Yo lo sé. Son ellos. Siempre fueron ellos. Los de antes… Cuéntame, que yo te cuento.

Mientras tanto, ahí dejo mi aullido profundo, mi profundo miedo. Te lo dejo a ti... Me lo devuelvo...


1 comentario:

Lucía dijo...

Cómo me gusta esta entrada! Definitivamente es un aullido, un lamento... Eres toda una señora! Te adoro!