martes, 26 de octubre de 2010

Dispuesta a todo

Hace pocos días me topé con una nueva campaña de publicidad al mejor estilo Below The Line (publicidad no convencional), en la que Hotmail demostraba que su cambio de imagen implicaba también un cambio corporativo importante y real. Para hacerlo efectivo, apadrinó a un tal Alejandro Bustillo, un joven madrileño de 27 años, que quería demostrar a su novia que había cambiado por amor a ella, y por eso crearon él y hotmail de la mano una plataforma llamada 30 días para conquistar a Julia (para ver su web, pincha aquí).

La idea es muy original: hacer durante 30 días una auténtica campaña cibernauta en la que se hace partícipe a los seguidores de las principales redes sociales, de la misión de conquistar a Julia. Tienen su propio blog, web, facebook, twitter... Han montado un mural en mitad de Recoletos con las frases de apoyo de los desconocidos que le mandan mensajes e ideas a su mail, y está saliendo en los principales medios de comunicación. Esta mañana habló en Anda Ya, el programa de las mañanas de Los 40, y algunas cadenas de televisión ya se han rifado su presencia en sus prime times de las noches de Buenafuente y tal y tal.

Os cuento esto en parte porque la idea me parece original, pero sobre todo porque me ha llevado a plantearme hasta qué punto estaría yo dispuesta a hacer lo inimaginable por amor. Y ahora ya tengo la respuesta. Comprendo a ese chico, a Alejandro, porque me veo en él como un espejo. Me siento capaz de colgar mi cara de todos los edificios de Madrid para decirle a alguien que le quiero. Me siento capaz de mandar un mensaje a la Luna, de dejar mensajes en botellas en el Atlántico, de lanzarme en paracaídas o de descongelar los Polos si hace falta por amor. Sé que suena algo cursi, pero es la realidad. Ya me he tirado a la piscina: estoy dispuesta a todo.

¿Qué más se puede pedir?


martes, 19 de octubre de 2010

La comida de los dioses

Aviso importante: esta entrada puede contener expresiones, palabras o mensajes que hieran la sensibilidad del lector por su carácter y su lenguaje ligeramente escatológico (el que avisa no es traidor, ¿eh?).

Ayer estaba hablando yo con una amiga sobre los mocos. Sí, sí, se acerca la época de catarros, gripes y pulmonías, y los mocos se apoderan de las conversaciones a este lado del hemisferio. Recordábamos la época en que éramos unas niñas, en que jugábamos con nuestros compañeros... Hablábamos de las tardes enteras en el parque con mamá, de lo altos que se veían los toboganes por aquel entonces, y por supuesto, remarcamos la idea de lo que disfrutábamos con el mero hecho de sacarnos los mocos, y luego llevárnoslos a la boca -lo sé, a mí al principio también me dio un poco de repelús-.

Si lo pensamos bien, los niños son unos verdaderos maestros para nosotros. No se preocupan, se centran en amar lo que les rodea, cuando quieren comer comen, cuando quieren que su madre les achuche se lo piden, cuando tienen ganas manchan el pañal... A mí me encanta observar a los niños y descubrir lo que hacen cuando no saben que alguien les está mirando, y he comprobado con el paso de los años que una de sus actividades favoritas consiste en llevarse los mini dedos a la nariz, hurgar bien, sacarse un moco verdoso, contemplarlo -como si fuera un tesoro- y en ocasiones incluso saborearlo.

Todo esto era lo que abarcaba mi conversación de anoche con esta amiga. De repente se quedó callada y me dijo: ¿te imaginas que cuando te mueres llegas al cielo y Dios te dice que en realidad los mocos son comida de dioses, de héroes, y que la gente se pelea por conseguir uno?

Yo no me lo podía creer, me parecía un razonamiento extrañísimo, pero me gustó tanto la ocurrencia que me empecé a reír y no paré en al menos diez minutos. ¿Os imagináis realmente que los mocos pudiesen ser comida de dioses? Anda, ¿y por qué no?


jueves, 14 de octubre de 2010

Come Reza Ama

El domingo pasado me acerqué al cine para ver una película que llevaba tiempo queriendo ver: Come Reza Ama. Me habían hablado muy bien y muy mal del guión, pero yo tenía la intuición de que me iba a gustar. 

Este fin de semana una amiga me explicó un poquito el argumento y me terminó de convencer: Julia Roberts encarna el papel de una escritora de éxito, sumergida en una espiral capitalista y posmoderna en plena ciudad de Nueva York. No satisfecha con su vida -ni con su matrimonio, ni con su aventura, ni con su casa, ni con su comida plastificada- se embarca en una aventura de un año en la que quiere aprender a comer, aprender a rezar, y aprender a amar.

Lo primero que quiero destacar es la magia que se percibe en cada escena, la maravilla de los paisajes, la capacidad de transmisión de emociones, de estados mentales, de ganas de progreso. Una aventura que nos representa a todos nosotros, que nos transporta hasta una pizzería de Nápoles, o hasta un centro de meditación en la India, o incluso hasta una playa paradisiaca en Bali.

Hay muchas personas que no llegan a entender el mensaje esperanzador que se camufla entre líneas en manos de una Julia Roberts más joven que en Pretty Woman. Hay quien entra a la sala esperando ver otra típica comedia romántica digna de culebrón. Pero he de decir que hacía mucho tiempo que una peli no me dejaba tanto tiempo meditando, descubriendo, hablando conmigo misma... Comiendo, rezando, amando.

Os dejo el trailer para los que os interese:



lunes, 11 de octubre de 2010

Cambios de estado

Hace pocos días decidí que había llegado el momento de independizarme. Es cierto que aún no tengo un trabajo fijo y que vivir sola implica responsabilidades, gastos, y bla, bla, bla... En cualquier caso, yo me siento preparada para dar ese paso.

Y además noto un gran avance interior al no interpretar este cambio de estado como una huida, sino como una nueva etapa. Ya he vivido 25 maravillosos años junto a mis padres y mis hermanos. He aprendido a compartir, a amar, a recibir y a dar. He aprendido el valor de la familia, el concepto de comunidad, de comunión con otros. Ahora ha llegado el momento de dedicarme a mí, de pasar a otra cosa, de hacerme mayor, y de seguir aprendiendo de la vida y del Universo.

Por ahora he ido a ver un piso, y ya me he enamorado de él. Mi destino inmediato es la Sierra norte de Madrid, a la altura de Guadalix. No sé si acabaré allí, aunque realmente ese es mi deseo. Así que, amigos todos, compañeros, os comunico que posiblemente a principios del año que viene me veréis en mi nueva casita (decorada al mejor estilo Ikea), a la que podréis ir cada uno de vosotros siempre que lo deseéis. 

A partir de hoy publicaré con relativa frecuencia mis novedades en este aspecto, y deseo de todo corazón que me acompañéis en mi nueva aventura tan bien como siempre hasta el momento. Con cariño,

Espe.


miércoles, 6 de octubre de 2010

¡Feliz aniversario de nacimiento!

Hoy me quiero imaginar cómo debía estar mi madre hace justo 25 años, con su recién estrenada maternidad, tras 23 largas horas de parto, y un marido que corría por los pasillos del hospital. 

Quiero imaginar lo felices que debían sentirse ambos, tan jóvenes, tan tiernos, tan recién casados. Quiero dedicarles una entrada a los dos juntos, porque me dieron lo más grande que tengo: la vida. Y también quiero aprovechar para agradeceros a todos vosotros porque sois muchos los que os habéis acordado de mí. ¡Gracias!

Gracias por formar parte de mi vida, por estar siempre, por compartir conmigo, por andar a mi lado, por enseñarme el camino, por dedicarme vuestro tiempo, y por quererme incondicionalmente. A mi familia, a mis amigos, a mis compañeros de trabajos anteriores, a mis alumnos, vecinos, y colegas varios. A los ingleses, los irlandeses, los polacos -y los alemanes, turcos, lituanos, portugueses...- y a los paraguayos. Gracias a todos. ¡Os quiero!


domingo, 3 de octubre de 2010

Un último adiós

Parece mentira que ya haya pasado casi un mes desde que mi abuela Espe dejó esta vida. Parece mentira que todo haya cambiado, que nos guste o no nos enfrentamos a una nueva etapa, que ella dejará un vacío que tendremos que suplir de alguna otra manera, y que ya no estará para hacernos comiditas ricas, ni para hablar por teléfono, ni para hacer una visitilla rápida en su casa de Conde de Aranda.

No sé cómo explicar todo esto que a veces se me viene grande. Ya la extraño, y no porque la viera muy a menudo, que no. Es simplemente que sentía con ella una conexión suprasensorial, envolvente, mágica. Me sentía muy identificada con su forma de ser, con su manera de relacionarse con el mundo, con sus aficiones, y su curiosa manera de pronunciar las palabras en inglés. 

Me encantaba saber que mi abuela Espe estaba ahí siempre, en su casa (o de paseo, que no era una abuela nada típica). Pero estaba en este mundo al fin y al cabo. La voy a echar muchísimo de menos. Pero aún así sé que de alguna manera ella está siempre conmigo, y le doy las gracias al Universo por haberme cedido la increíble oportunidad de disfrutar de ella durante casi 25 años. ¡Gracias abuela!

Ahora me la imagino joven, bailando por las noches descalza, sintiendo el tacto del césped sobre sus pies desnudos, agarrada de mi abuelo Álvaro, disfrutando de un helado de cinco bolas, escuchando un concierto en directo, soñando...

Ya te hemos dicho todos adiós, pero sabemos que las despedidas nunca son definitivas... Hasta pronto. Hasta siempre.