domingo, 22 de enero de 2012

El Milagro del Se Fue

Cuando lo estoy pasando realmente mal por algo, me consuela la idea de saber que llegará un día en que todo eso que en su momento me hacía sufrir, quedó reducido -un tiempo después- a una carcajada ocasional, a una lección aprendida, a un recuerdo vago, o puede que incluso a una historia nueva de mi Anecdotario Surrealista.

Esto es lo que me pasó este verano. Viví unos días maravillosos, llenos de magia y de ilusión, de descubrimientos y emociones. Luego todo acabó, con sus respectivas lágrimas, con sus dudas y sus infartos... Cuántas veces canté aquello de que prefiero la guerra contigo al invierno sin ti...

El primer día que heló, volví a recordar aquella simple frase, y una lágrima resbaló una vez más por mi rostro, indiscreta, casi desafiante -como tú-. Pero aquel día terminó, como lo nuestro, con frío y sin ganas. 

La semana pasada, la vida -qué irónico-, me cruzó con otra historia incompleta, intensa, de las que siempre traen cola. Estuve hablando con mi primer amor durante dos horas seguidas, y descubrí con una mezcla de nostalgia y alivio que Alguien (Dios, El Universo o Y) me habían concedido el don del Se Fue. Busqué dentro de mí, entre los huecos, detrás de los pulmones, delante de Patricia... Me fui acercando al corazón, a la mente, al alma... Nada. Aquella primera historia ya Se Fue. Se Fue de mi dolor, aunque sé que siempre estará dentro de mí de mil maneras: a modo de risa desternillante, de duro aprendizaje, de recuerdo ténue, y por supuesto, de capítulo entero en mi Anecdotario Surrealista.

De la misma manera que mi primer amor Se Fue, este último también lo hizo. Aunque el misterio de estas cosas es que siempre sabes el momento exacto en que empiezan a quemar, cuando te corroen por dentro, cuando se te acaban las ganas y te pesa hasta el aliento. Pero -al menos yo- no sabría decir con precisión cuándo se produjo mi último Se Fue. Sólo sé que una noche de Luna llena, con un buen chardonnay como único compañero, empecé a escribir un pequeño lamento y, en aquella ocasión, Alberto ya no estaba entre mis motivos para sufrir. Una vez más, experimenté el Milagro del Se Fue. Y esa noche recuperé de nuevo las riendas de mi vida.


2 comentarios:

Cristina A. dijo...

Una nueva obra maestra de tu sentimiento.

Cristina A. dijo...

Una nueva obra maestra de tu sentimiento