Este fin de semana me fui una vez más a Duruelo, a hacer la primera de cinco partes de un curso de Análisis Transaccional. A decir verdad iba yo sin muchas ganas, esperando aburrirme en las partes teóricas, aunque con ilusión por encontrarme con mis amigos y compañeros de crecimiento personal.
No os voy a contar el curso entero (principalmente porque es mucho mejor vivirlo), pero os puedo decir que me siento increíblemente afortunada de estar en este punto del camino, de tener a las personas que tengo a mi alrededor ofreciéndome todo su apoyo, por tener la mejor vecina de abajo que el Universo me ha brindado, por haberme enseñado a amar mi cuerpo, porque soy capaz de cuidarlo y de respetarlo, y por todo el trabajo duro y constante que estoy llevando a cabo desde hace ya 6 años.
Me estoy reencontrando con mi niña, con ese ser único y maravilloso que soy en realidad, y me doy permiso para sacarlo más a menudo, a cada instante, a cada bocanada, a cada paso. ¡¡Quiero volver a jugar!!
Amo la vida. Simplemente amo.
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