domingo, 25 de octubre de 2009

Un cojín hacia Capiibary


Cuando yo era chica, había muchas palabras que mi madre me corregía al decirlas, porque consideraba que eran inapropiadas. Un ejemplo clarísimo y especialmente importante era el de cojín, que debía sustituirse por almohadón. Y así lo hacía siempre. Pero con el paso del tiempo, acabé convirtiéndome en una verdadera esclava de las palabras. Hoy he decidido liberarme, y he usado la palabra cojín, cuando las hermanas me han subido a un Pick Up de hace dos mil años, han puesto varios cojines por el suelo, y me han tenido espachurrada durante 3 horas y media hasta que hemos llegado a Capiibary, otro de los lugares donde las hermanas tienen sede, y en el que se atiende a las jóvenes parturientas pobres que no tienen dinero suficiente para costearse el nacimiento de su hijo.

La responsable de esta dependencia es una monja india, que vive con otras dos (aunque una de ellas debe tener como doscientos años ya), y he tenido la increíble oportunidad de ver a un niñito recién nacido apenas un par de horas antes. Qué delicia. Ya me ha dicho mi tía que seguramente me mande aquí en unos días, y sorprendentemente, me apetece muchísimo.

Durante el camino de vuelta, también con los cojines por el suelo (qué liberador. Por eso lo repito tanto), y con una monchi al lado subida a una silla de jardín –surrealista, ¿verdad? -, he podido disfrutar de más de 300 km. de paisaje selvático, tan verde, tan frondoso… Tan lleno de serpientes… Estoy algo asustada con ese tema. Bueno, con ese y con la malaria. Aunque poco a poco me iré haciendo con las cosas de acá. Y  También vi que a los lados de la carretera había miles de chabolas donde las personas viven. Cuatro trozos de lo que sea mal puestos, familias llenas de niños, todos descalzos… Pero qué penita da todo esto…

Dejando eso aparte, estoy feliz con mis nuevos championes. Resultó que me traje todo zapatos deportivos y botas de montaña, pero en la zona en la que estoy ahorita, necesito más bien algo abierto. Y ayer agarré a una monjita que se iba a comprar jabón y le pedí que me mostrara dónde comprar unas chanclitas o algo. Y me llevó a comprar championes. Y ahora mis pies respiran, como en los anuncios de Devorolor.

Y ya aparte de eso, sólo decir que aquí comen todo muy mal: hidratos, fritos y bechamel, por aquello de que llene. Pero estoy tomando la mejor fruta de mi vida. Ay las bananas, y los mamones (que es como llaman a las papayas acá).

Mañana les contaré sobre Pancho. Y como será día lunes, también sobre mi nuevo proyecto en el comedor con los niños. Un beso fortísimo. Descansen.

P. D. Como en Capiibary necesitan mucho dinero para costear el precio de los partos con medicinas y demás, he decidido donar todo el dinero que gane con la publi de mi blog de Google Adsense a esta causa, por lo que si queréis colaborar de alguna manera, os agradecería que de vez en cuando os metáis y pinchéis en unos cuantos links para ayudar. ¡¡¡Mil gracias!!!


1 comentario:

Concha dijo...

Ya pareces de allá!!! jajaja, con esa forma de escribir!! Que bueno! Me encantaaaaaaa
Por cierto, pasa la dirección esa del blog de Google para que podamos entrar...
Y sigue tan bien, ¡¡¡valiente!!!