Y por fin llegó el día. Cuando estaba en el avión de Buenos Aires a Asunción, me dieron el formulario de inmigración. Y me topé con la pregunta: ¿lleva usted algún animal o alimento derivado de un animal? Y yo no podía parar de acordarme de los chorizos, jamones y lomos que llevaba repartidos por las maletas para regalárselos a las monjas, y de lo que me habían dicho las chicas que habían estado aquí este verano “tú pon que todo lo que llevas son objetos personales, porque sino te registran todo el equipaje”. Y así hice. Gracias a Dios nadie se paró a comprobar que lo que yo decía era cierto. Y por fin pude salir del aeropuerto, 24 horas después de mi llegada a Barajas.
Puse mis tres maletas de 50 kg. En un carrito, me colgué la mochila a un hombro, la funda del ordenador a otro, y haciendo tumbos salí al encuentro de mi tía Concha. Y allí estaba, guapísima, vestida de blanco y con un ramo de flores de su jardín. Me dio un beso enorme, y me dijo: “fíjate, Asunción te recibe con sol”. Subimos en la frago que las monchis tienen aquí, y el chófer (sí, tienen un chófer encantador) nos trajo hasta la casa, que resultó ser preciosa, con un porche de lo más acogedor. Mi tía me presentó a las cuatro hermanas que estaban aquí, me enseñó toda la casa, y nos sentamos a comer… Ay, la comida. Mandioca cocida (que es como una patata dura de hace tres días), prolenta o algo que suena parecido (harina de maíz con queso) y por último, hígado. Era la primera vez que comía ambas cosas… Y bueno, ya me acostumbraré a los sabores chipegüis…
Después de comer deshice la maleta (no sabía que llevara tantas cosas encima), y me eché un rato la siesta, porque al final no me había tomado en el avión la súper pasti de Ana, y estaba rota. Y unas 8 horas después se presentó la tía, con una bandeja (como cuando éramos pequeños y mamá nos traía la comida a la cama), y me dijo que no me podía acostar sin cenar. Y eso hice. Me hizo compañía durante toda la cena, y me aconsejó que me cerrara la puerta de la habitación.
Sé que voy a estar fenomenal aquí. Todo es muy verde, la gente encantadora, y sobre todo muy feliz. Hoy empezaré en el comedor con los niños, y mañana ya veremos…
Ya os iré contando cómo va mi aventura. Un beso enorme a todos.
P.D. Lo de la medicina de los brujos y demás es cierta. Ya me han dicho dos personas distintas que me van a curar la diabetes con un té repugnante que extraen de no sé qué planta. Por probar, no pierdo nada. Ya os contaré qué dicen mis análisis la próxima vez…
2 comentarios:
Tu tía te dijo : no te puedes acostar sin dormir???? enserio??? revisa el final de tu texto, como no estás en la parris, creo que lo que dijo tu tia fue que no te podias acostar sin cenar, verdad? que pinzas eres! Creo que haces bien porbando lo de las plantitas anti diabetes. Mua
Pasalo muy bienn y sobre todo disfruta y ya que estas en donde yo quisiera estar al otro lado del charco,aprovecha y haz alguna excursion¡¡¡¡a Iguazu,El rio tigre...Peruuuuuuuu jejeje
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