viernes, 4 de junio de 2010

Querida Ella

Una vez comprendí que hay lugares mágicos que nos transportan irremediablemente a algunos momentos indefinibles y maravillosos que muchas veces nos gustaría guardar como el tesoro más preciado de nuestras vidas. Sí, hay lugares, y también hay momentos. Pero casi siempre son las personas las que convierten esos instantes en únicos. 

Hay personas que nos marcan para siempre, que nos vienen a la mente en forma de recuerdo, que nos invitan a pensar, que nos seducen con un gesto, que nos dedican una mirada cómplice, que nos regalan una tarde especial, que nos importan, que nos aman. Personas que pertenecen al elenco de nuestro día a día, a pesar del tiempo o el espacio. Personas que nos enamoran por el mero hecho de existir, que nos contagian de su ilusión, que nos recuerdan lo que es la vida y que nos sirven de guía...

Hace tiempo yo soñaba con cruzarme con una persona así, que me diese todo aquello que yo anhelaba, todo lo que deseaba de una manera tan íntima que hasta resultaba sutil, y que me llenara todos esos huecos que yo no sabía llenar por mí misma.

Y entonces la encontré. Encontré a una persona que me daba todo aquello que yo no sabía darme. Y ese día comprendí que sólo yo podía llenarme, pero que no sabía cómo hacerlo. Sólo yo puedo ser feliz, nadie puede serlo por mí, y precisamente por eso no quería depositar mi bienestar y mi alegría sobre alguien que un día podía desaparecer de mi vida. Así que dediqué los 10 meses siguientes a buscarme, porque estaba tan perdida que yo ya no sabía ni quién era. Y ahora, un tiempo después, me estoy empezando a descubrir. 

¡Y menudo descubrimiento! Todos los días encuentro algo en mí que me encanta y que no sabía que tenía, cada día me amo un poquito más. Y he comprendido que el amor en realidad tiene que ser en primer lugar hacia uno mismo, y después hacia fuera, hacia los lados, y hacia arriba... Así que mi objetivo ahora mismo es el de enamorarme de mí misma, quiero ser la persona con la que más me apetezca estar cada día, quiero mirarme al espejo y  detectar amor en mis ojos, quiero dedicarme palabras bonitas, hacerme mimos y comprenderme a cada segundo. Quiero ser mi propia realidad, y sólo entonces podré amar a los demás tal y como son, sin juicios, ni mentiras, ni miedos, ni nada. Por eso me regalo esta entrada, en la que me declaro amor de alguna manera, sin vergüenza y con un profundo orgullo de ser María Esperanza de Toro Mingo. Encantada de haberme conocido.


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