A pesar de mi apretadísima agenda, siempre me reservo algunos huecos para los planes culturales. Me considero artista y bohemia, y me siento muy cómoda en este tipo de ambientes. Por eso ayer, a pesar del cansancio acumulado tras varias semanas de dormir poco y salir mucho, me fui con mis padres a un concierto benéfico en el Hospital Clínico San Carlos.
Resulta que un amigo de mis padres, médico de profesión, volvió hace unos días a Turkana (Kenia) de operar a miles de pacientes. Vino encantado con la experiencia, y por supuesto con muchísimas ganas de ayudar lo máximo posible a todas aquellas personas, por eso colaboró a fomentar este concierto.
El reparto estaba a cargo del restaurante La Castafiore, que para los que no lo conozcáis es un local en el que el concepto gourmet y aria se funden para dar como resultado una cena más que agradable, para compartir en una ocasión especial. El caso es que el dueño ofreció la posibilidad de prestar a sus cantantes durante una noche a la causa. Y allá que me fui yo, tan contenta, con mis dos padres.
Mi primera sorpresa llegó cuando, en la entrada, me encontré a mi abuela Espe y a mi tía Fátima. No esperaba en absoluto verlas por allí, aunque después de meditar dos segundos, empecé a atar cabos y llegué a la conclusión de que tampoco era tan sorprendente.
Cuando entramos a la sala, nos proyectaron una serie de fotografías, y un video algo más impactante, con imágenes explícitas de operaciones, partos y fisuras de todo tipo. Aunque yo comprendí que, cuando uno se va a esos lugares, hace lo indecible por fomentar de alguna manera la colaboración de los presentes, al precio que haga falta.
El concierto comenzó algo más tarde de lo previsto, con tres sopranos, tres tenores, un barítono, un bajo y un pianista a cargo de la función. Nos deleitaron con diferentes arias, zarzuelas e incluso algunos sketches de humor, en los que los propios cantantes parodiaban de alguna manera su profesión, y después animaban a los asistentes a jugar con la música.
Quiero decir que me encantó, que por supuesto me apuntaré al siguiente recital, y que pasé un tiempo la mar de agradable con mi familia de Toro de la Puerta, pensando en todo momento en todas aquellas personas de Turkana, y haciendo un esquema mental de mi agenda para ver qué día iré a cenar a La Castafiore para disfrutar, una vez más, de aquellas maravillosas voces.
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