lunes, 31 de mayo de 2010

Jirones de un guión

Muchos de vosotros ya sabéis -sobre todo los que me conocéis bien- que hago con bastante frecuencia cursos de fin de semana de Análisis Transaccional. Dado que llevo un tiempo dedicada casi en exclusiva a mi crecimiento personal, suelo trabajar mis emociones todo lo que sé. Y eso es justo lo que hice este finde.

Hay veces en las que resulta muy duro enfrentarse a algunas situaciones, al dolor que tu niña siente en lo más profundo de su alma y que le bloquea tanto que ni lo siente. No quiero exponer toda la teoría del curso porque me eternizaría, pero me encantaría hacer un resumen de lo que he aprendido estos días.

El tema a tratar en este parte del conjunto de cursos era el Guión de Vida. El guión es todo lo que te enseñaron a creer que sería tu vida cuando eras pequeña. Hay algunos muy típicos, como por ejemplo el de casarse y tener hijos. Todo el mundo espera que lo hagas, y si te niegas, se especula o se decepciona a las personas del entorno. Pero es que hay veces, en que hasta los detalles más ínfimos forman parte de ese Guión de Vida -con mayúsculas-.

Yo descubrí hace tiempo ya, una de las veces que hice este curso en diciembre de 2008, que mi guión era el de madre, esposa, ama de casa... Pero mi guión incluía algo que de hecho he ido cumpliendo muy bien hasta ahora: mujer maltratada.

Suena duro, e incluso surrealista. Pero es así de simple y así de cierto: yo estaba destinada -por mi guión- a atraer a mi vida a un hombre maltratador, a obsesionarme, a entrar en una dinámica de autodestrucción, a no respetarme, a fomentar una relación muy insana, a engancharme al sufrimiento de una víctima sin saber salir de esa situación. Estaba llamada a ser una niña sumisa durante toda mi vida.

A algunos les parecerá una barbaridad esto que voy a decir, pero todas las mujeres maltratadas atraen justamente eso, porque es lo que creen que se merecen. Es lo que quieren, para satisfacer su falsa creencia de víctimas, y poder quedarse atrapadas en un rol humillante y desesperanzador.

Yo doy las gracias todos los días al Universo por haber descubierto esto a tiempo, y por estar aprendiendo a cambiarlo. Ya no me siento sumisa, ahora tomo mis propias decisiones, no dependo de las personas que me rodean, y atraigo relaciones sanas de amor incondicional a mi vida.

Cuando pienso en lo que podría haber sido... Cuando pienso en las cosas que he consentido, en las personas que de alguna manera me han maltratado, y en todo lo que he hecho sin querer en realidad, me comprendo. Comprendo que lo único que estaba haciendo era cumplir obedientemente -otra vez de una manera sumisa- con mi guión. Y es que no hay nada más difícil en esta vida que romper con lo que estamos prediseñados a ser. Pero yo, Esperanza de Toro Mingo, merezco y soy capaz de ser feliz, por lo que desde este preciso instante renuncio a mis falsas creencias, rompo con mi guión y atraigo a mi vida sólo relaciones sanas de amor incondicional.

Y lo mejor es que sé que a partir de hoy amaré siempre desde mi Niña, la Libre, con ese ser único, especial y maravilloso que habita dentro de mí, y que cada día se atreve más a tomar decisiones por mí misma.

Me quiero y me acepto tal y como soy. ¡Qué bien sienta decir eso!


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