jueves, 15 de abril de 2010

Cartas de amor

La hermana Esther -de la que hablaba ayer- tiene una especie de sexto sentido para detectar cartas de amor entre los chicos del comedor. Ella está sirviendo tranquilamente la comida, y de repente, saca de la nada una de esas notitas.

El susodicho (que suele ser del sexo femenino) se queda mirando la mano de la hermana con cara de resignación y cierto temor a las represalias. Y entonces, me llega el mensaje a mí. Como sigamos así voy a tener que montar una oficina de correos... Yo abro la enrevesada carta, y leo una declaración de amor llena de faltas de ortografía, pero tierna al fin y al cabo. 

Claro que las últimas que leí llegaron incluso a sonrojarme -y os aseguro que hay pocas cosas que me puedan sorprender-... No sólo se declaraban su profundísimo amor entre ellos, sino que hablaban de lo que habían hecho el día anterior... Sólo os digo que el contenido no habría pasado la censura franquista...

Después del shock inicial, descubrí que había que ponerse manos a la obra con ese tema. Y no se me ocurrió otra cosa que montar unos talleres de educación sexual made by Espe. Así que ahora cito cada día a un grupo reducido de niños en esa franja de edad y charlo con ellos. Me cuentan sus amoríos, lo que hacen, lo que quieren hacer, sus miedos, sus problemas... Y me entero de algunas cosas que me roban sonrisas de complicidad. Me encantan los adolescentes... ¡Me gustaría trabajar con ellos toda la vida!

De momento me he convertido en la confidente oficial del grupo. Vamos a ver cómo evoluciona esto...


La hermana Esther controlando la mesa de los terribles

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