jueves, 22 de abril de 2010

Gracias

Y llegó el gran día: anuncié públicamente ante todos los niños del comedor que el domingo sería mi partida oficial a España. Inmediatamente un suspiro generalizado se apoderó del ambiente, y las preguntas se podían leer en sus miradas aún inocentes.

Muchos de ellos se acercaban a mí y me preguntaban si ya no les quería, o simplemente se cuestionaban cuáles eran los motivos que me llevaban a alejarme de ellos. Hubo un momento, casi al final del día, en que Noelia me abrazó muy fuerte, y derramó sobre mi pecho todas las lágrimas que llevaba conteniendo los últimos 6 meses. La sentí como un reflejo de mí misma, de mi propio llanto, de lo que mi niña interior sentía... Y entonces lloramos juntas, fundiéndonos en un sentimiento profundo de comprensión mutua y amor incondicional.

Me di cuenta de las increíbles lecciones que me han enseñado todos y cada uno de ellos, de su libertad, de su espíritu indómito, de sus ganas de vivir, de su afán de superación, de su infinita alegría, y sobre todo, de su alma pura. Y comprendí que estarán siempre en mi corazón y en mi mente, sus rostros, sus nombres, sus enseñanzas, sus besos y todos sus abrazos. De la misma manera que sé que algún día regresaré a este lugar, y me reencontraré con ellos, y sabrán de mí, y me seguirán queriendo igual que yo a ellos.

Definitivamente, ahora que mi experiencia está llegando a su fin, y empiezo a hacer un balance de lo que han sido mis últimos 6 meses, me doy cuenta de lo maravillosa que es la vida, de lo afortunada que fui -que aún soy- de estar aquí, conviviendo con unas personas que jamás pierden la sonrisa, a pesar del hambre, a pesar de los maltratos, a pesar de las violaciones, a pesar de tener que hacerse adultos siendo bebés, y a pesar de las limitaciones de espacio, tiempo y dinero. Me doy cuenta de lo felices que son sin nada, y del verdadero significado de la palabra nada, y de lo increíblemente maravilloso que es el amor, que mueve montañas.

Los últimos días que me quedan los voy a dedicar a despedirme como Dios manda, a decir adiós a todas y cada una de las personas que han formado parte de mi vida en este tiempo, y que ya siempre me acompañarán irremediablemente. 

A todos ellos por existir, a todos vosotros por seguirme, a mí por desear siempre más, a mis padres por apoyarme, a mis hermanos por ser, a mis amigos por estar, y al Universo por ser tan grande. A todos: GRACIAS.


Yo, ahora mismo

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