El día que llegué a Madrid de nuevo, mi madre me propuso un plan para hacer juntas: ir a 6 sesiones de renovación de los Carismáticos en comunión con el Espíritu Santo (o algo así que a mí me sonaba fatal). La idea no me seducía en absoluto, sobre todo porque ando un poco en crisis con el tema de la Iglesia y su entorno. Pero lo vi como una oportunidad para acercarme más a mi madre.
La cita en cuestión era el pasado miércoles a última hora de la tarde, y allá que nos fuimos las dos. Yo llevé la mente muy abierta, dispuesta a aceptar todo lo que me pudieran ofrecer, y a tratar de vivir esa experiencia con una profunda alegría.
Nada más llegar, observé a un grupo de personas, sentadas en la cripta de la parroquia, escuchando a don Jesús -el cura- dar un discurso algo confuso sobre el verdadero significado de lo que es el Espíritu Santo. Tengo que reconocer que ese sacerdote es un auténtico genio de la oratoria, y que sólo por eso el curso ya merece la pena. Aunque si me paraba a profundizar en el mensaje que transmitía, yo personalmente no estaba de acuerdo ni con la mitad de su contenido.
Como me quería dar a mí misma la oportunidad de crecer con esa experiencia que me brindaba el Universo, quise quedarme hasta el final. A eso de la mitad de la jornada, empezaron las canciones. Y eso que a mí el rollo cancioncita de misa siempre me horrorizó (para más detalles, consultar en la entrada titulada La Franquicia Espiritual). Pero los Carismáticos tenían algo que a mí me pareció muy positivo -aunque a los demás era justo lo que les generaba rechazo-, y era precisamente que se dedicaban a bailar, girar y extender los brazos mientras cantaban. Yo vi a sus niños interiores dando gracias a Dios por los bienes que les concede a sus vidas, y eso me encantó. Sentí que yo estaba en el mismo plano que ellos, aunque yo lo llame de otra manera, y a pesar de que a mí repetir constantemente las mismas oraciones no me sirva en absoluto.
Mi valoración general de la experiencia no fue del todo positiva, pero me dio mucha curiosidad, así que ya tengo ganas de volver y seguir aprendiendo de este grupo, que al menos ha conseguido llamar mi atención. Ya seguiré contando cómo va el asunto...
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