martes, 3 de noviembre de 2009

Érase una mujer a un termo pegada

Desde el mismo día en que llegué, mi tía me mandó a comprar un termo de agua fría. Yo no entendía muy bien por qué, hasta que salí a la calle. Desde entonces, viajo a todas partes con mi termo de dos litros y medio, y tengo que ir constantemente a rellenarlo. El calor que hace aquí es insufrible, y con lo calurosa que soy, me paso el día al borde del desmayo...

Cada día me bebo unos 8 litros de agua, y aún así tengo unos dolores de cabeza horribles. No paro de acordarme de mi Panchito (de mi hermano, no del loro), y de lo mal que lo pasaría. Si alguien está pensando en hacer un voluntariado por aquí, le recomiendo encarecidamente que espere a que pase el verano acá.

Bajo orden expresa de mi tía-sargento, me ducho entre 4 y 6 veces al día para refrescarme, aunque a veces tengo un poco de miedo por el tema de la sequía. Ayer llegó una de las hermanas que había ido de visita al Chaco, y me contó que se estaban muriendo de sed los animales. Uno de los comerciantes más afamados de la zona, ha perdido este año ya 2.000 cabezas de ganado. Las temperaturas del domingo en el sur del país llegaron a marcar los 52ºC, y la gente no podía ni salir al campo para labrar la tierra. Una de las cosas más duras de este país, al margen de la pobreza, es el calor, que aplasta hasta a las moscas.

Y es que la sequía es uno de los mayores dramas del Paraguay. En cada casa hay un aljibe en que se mide el nivel del agua tras un periodo de lluvias. De hecho, este año estuvieron a punto de cerrar el colegio de Pozo Colorado, una de las misiones de las monchis, y que no es más que un internado con capacidad para unos 600 niños que se quedan ahí durante todo el curso. En el mes de junio, ya no quedaba agua, y las hermanas no sabían qué hacer -hay que tener en cuenta que aquí las clases acaban en diciembre, coincidiendo con el periodo estival-. En un momento de desesperación absoluta, las mojitas cogieron a todos los chicos y les pusieron a rezar durante una tarde entera. Al día siguiente llovió lo suficiente como para acabar el año en Pozo Colorado. Mi tía me ha contado esta historia totalmente emocionada. Cada vez que me cuenta alguna cosa, se le ponen los pelos de punta y se le empañan los ojos. ¡Qué linda es!

Por lo demás, hoy ya estoy un poquito más alegre que estos días. La verdad es que el fin de semana ha sido muy duro. Pero mi nueva amiga Ana, una de las profes que da apoyo al comedor, me ha dicho que el sábado que viene me sacará de paseo, y que se va a apuntar conmigo a un gimnasio, así que ya estoy pletórica.

Ya por último quería agradecer de todo corazón a aquellos que cada día dedicáis parte de vuestro tiempo a leer mis historias. Es una manera de acercaros a esta parte del mundo que por desgracia también existe, y sólo está a unas horas de vuelo de distancia de vuestros confortables hogares. Muchísimas gracias por vuestra atención. Todo esto es para vosotros. Ya os seguiré contando...





2 comentarios:

Concha dijo...

GUAPA, GUAPA Y GUAPAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!

Luz dijo...

me encanta! no me pierdo ni una!!