lunes, 9 de noviembre de 2009

La Franquicia Espiritual

Uno de los principales fallos que tiene la Iglesia es que la mayoría de sus dirigentes superan los 70 años. En la sociedad actual, ninguna empresa sobreviviría con semejante expediente, dada la escasa capacidad innovadora y el inmovilismo arcaico que eso representa. Pero milagrosamente, la Iglesia Católica se mantiene aún en pie. Y me parece fundamental hacer hincapié en el término milagrosamente, porque seguro que se trata de un milagro.

Aún así, hay una cuestión que me apetece compartir con vosotros, y es el hecho de que vayas a donde vayas, sabes lo que te vas a encontrar al acudir a una misa. Me explico: cuando tú vas a comer al Vips, esperas que las tortitas sepan a tortitas del Vips, y cuando entras en Zara, te gusta encontrar la camisa esa tan mona que viste el otro día al pasar en el escaparate de la calle Serrano. En realidad, la Iglesia es como una franquicia espiritual. Pero como toda franquicia, tiene fallos, y uno de ellos es su ímpetu por unificar y homogeneizar los cantos.

Mi padre suele decir que a él le encantaría ser Papa sólo para cambiar el estilo musical de las misas, y yo no puedo evitar compartir su opinión. Da igual si estás en Madrid, en Roma, en Bangkok, en Lodz o en Asunción, que el Aquí venimos, aquí venimos, aquí venimos, aquí venimoooooooos, a la fiesta del Señor (bis) te acompaña allá donde estés. ¡Es alucinante! Y citando de nuevo a mi señor padre, parece que en cualquier momento va a aparecer el Llanero Solitario por la puerta.

De hecho esta mañana, mientras estaba en misa con las monchis, yo pensaba que a pesar de que aquí el coro tenga más popularidad y utilicen otros instrumentos para amenizar la canción -como los bongos, las maracas, e incluso un platillo-, milagrosamente suena igual que cuando sólo se toca la guitarra española de fondo, como es habitual en las parroquias españolas. De verdad, que la Providencia tiene que influir en el sonido. O quizá sólo es el efecto iglesia y su caja de resonancia natural, pero la realidad es que da igual en qué lugar estés porque va a sonar como en tu parroquia, la de toda la vida.

Entonces ese pensamiento me llevó a otro más, y era que a lo mejor a la gente le gusta que la misa sea así. Nunca me lo había planteado de esta forma. De la misma manera que a algunos les gusta el pop británico, el jazz, la música electrónica o el tango, a un grupo determinado de personas puede que les guste ese conjunto de canciones que forman el libreto de la Eucaristía Dominical. De hecho, no es en realidad una idea tan descabellada, teniendo en cuenta que hay muchísimos seguidores del canto gregoriano o del gospel -que sigue siendo música de misa al fin y al cabo-.

Y después de mis profundas reflexiones sobre la música de misa, me vi de nuevo en el silencio escalofriante de mi día. Durante la comida, las monchis pusieron un disco muy relajante al mejor estilo zen, y nadie dijo una sola palabra. Me decía mi tía Mª Luisa en un mail que hay que tener muchísima fuerza interior para lograr vivir un día al mes en completo silencio, y cuánta razón tiene. Quizá, después de mi estancia aquí, yo también viva una experiencia mensual de reencuentro con mi niña. Quién sabe.

De cualquier modo, me encantaría alcanzar un nivel de espiritualidad tal que no me aburriese profundamente la misa con sus cantos, sus subibajis constantes y sus lecturas repetitivas. Me encantaría que con una hora a la semana me bastase para encontrar un ápice de paz interior, y también me encantaría comprender y compartir lo que los sacerdotes cuentan a menudo en las homilías. Pero no es así. Admiro profundamente la labor de estas hermanas y de tantos otros religiosos en todo el mundo. Gracias a ellos hay muchos menos sufrimientos. Pero la realidad es que no importa la fe que profeses, si haces votos, te casas, o estás soltero ni si eres ingeniero o agricultor. Milagrosamente, lo importante de la vida es precisamente que es un milagro. ¿Por qué desperdiciarla con tecnicismos?




4 comentarios:

Yolanda Viveros Márquez dijo...

ja ja ja, es que la verdad me encanta leerte, me reído un montón con esta entrada. Es que te imaginaba en la iglesia de Trinidad en el mismo lugar en donde se sientan siempre las "monchis" y elucubrando todo esto que dices. Ya quisieran todos ellos tener tu nivel de razonamiento, pero en fin... a pesar de sus falencias la iglesia tiene a las hermanas de cluny ante las que sí me bajo el sombrero. En la iglesia para mí están las monjas de Cluny y después está el resto. ¡¡Fuerza chiquilla!!, no me pierdo ni una letra de tu blog, es lo primero que miro cuando abro el explorer por las mañanas. Saludos.

Unknown dijo...

No haces más que sorprenderme con tus reflexiones !!!

Creo que tienes razón en lo de los cantos de misa, a mi personalmente lo que mas me gusta de asistir a misa en cualquier iglesia católica del mundo es que te sientes como en casa. Debe ser que yo soy de ese grupo de población (está claro que no muy docta)que me gusta "ese tipo de música".

Un beso fuerte !

Ana dijo...

Curioso post. Te contaré un secreto, como el alma pesa tan poco, todos los músicos eclesiásticos quedan por la noche en una estrella y practican, por eso suenan igual en cada parte del mundo, son la misma orquesta tocando en una misma sintonía (radio María). Muuua

JOSE LUIS MINGO dijo...

Pertenecer a la Iglesia, además de otras, tiene la enorme ventaja de que,estés donde estés, siempre puedes tienes una casa a la que acudir en la que hay gente con la que tienes cosas importantes que compartir...
Es fantástico que lo hayas decubierto tan jovencita.

Tu blog me sigue encantando

El domingo estarás presente, al igual que la monchi jefa, en la fiesta del amigo invisible.

Un beso fuerte