miércoles, 11 de noviembre de 2009

Celeste lo comprendió desde el principio

En primer lugar, y antes de empezar a escribir, me gustaría aclarar la historia de ayer porque está claro que no me expliqué correctamente. Sois muchos los que me habéis escrito, la mayoría llenos de indignación, ante la historia de María y Pablo. Os comento que es cierta, que ha ocurrido de verdad, y que tanto María como Pablo son dos bellísimas personas que se equivocaron. María sintió miedo, vergüenza y soledad, y como no tengo el gusto de conocer a Pablo, pues no sé qué sintió él. Y ojo, que no aplaudo sus actos, pero comprendo que lo hicieran. Comprendo su dolor. Y comprendo su profunda angustia ante esta situación.

Es lamentable que sigan pasando estas cosas en el mundo, pero pasan. De la misma manera que ocurren muchas otras que siguen siendo injustas... Por poner un ejemplo: hay en Paraguay un señor secuestrado. Lleva ya casi un mes en cautiverio y nadie puede siquiera imaginar dónde estará o si seguirá vivo. Los raptores piden 5 millones de dólares por su rescate. De momento la familia de este señor no ha conseguido recaudar todo ese dinero, y posiblemente no lo consiga hacer nunca. Muchos opinan que esto no es más que una estratagema política para desacreditar al actual presidente del gobierno... Muchos opinan, critican y se ensañan, pero ninguno hace nada. ¿Y qué se puede hacer en estos casos? -os estaréis preguntando-. Evidentemente no te vas a patear el monte tú solo por si hay suerte, porque eso sería una pérdida de tiempo absurda, pero siempre hay caminos alternativos. Y el primero está en comprender a todas las personas sin juzgarlas. A todas. Sin excepción.

Es muy fácil pensar en lo que tendría que haber hecho María, o sus padres, o su novio, o la ley. Es muy fácil mirar a la compañera de trabajo estupenda y pensar que no se sabe conjuntar. Es muy fácil gritar a nuestro hermano pequeño porque le consideramos débil, o pegar un cachete a nuestro hijo porque se ha portado mal y el padre soy yo. Es muy fácil echar la culpa a los demás. En realidad, hay tanta falta de comprensión, que asusta. Pero las monchis, o al menos las mías, no critican ni juzgan. Sólo comprenden. Y por eso están tan llenas de paz.

Y no puedo dejar de admirarlas por ello. Yo trabajo cada día en mí misma e intento comprenderme por cada uno de mis actos, sobre todo los que no me gustan, de la misma manera que procuro comprender a los demás. Pero me cuesta. ¡Qué difícil resulta a veces! Sobre todo cuando ves cosas como las que estoy viendo en este país. Por ejemplo, el de Celeste.

Celeste tiene 10 años, y se ha pasado la mitad de su vida ingresada en el hospital. Siendo aún un bebé, los médicos detectaron algo raro en su organismo, y tan sólo unos días después confirmaron que se trataba de una leucemia. Desde entonces no ha parado de ir de consulta en consulta, y a veces no se encuentra nada bien. Aunque gracias a Dios, tiene 10 años y sigue con vida. Muchos no tuvieron esa suerte.

Celeste fue abandonada por sus padres cuando descubrieron su enfermedad, así que la dejaron en la puerta del hospital, supongo que pensando que allí al menos se encargarían de cuidarla. Tras varias operaciones, su cuerpo ha quedado destrozado y su crecimiento se ha visto interrumpido por los miles de medicamentos que debe tomar. Pero lo peor es que la leucemia le ha afectado al cerebro y ahora ya no puede hablar. No media palabra. Pero sus ojos transmiten un mundo entero en silencio...

Hace cosa de un año le dieron el alta, y los responsables decidieron mandarla a La Casita de Belén. Y allí es feliz. Y comprende, lo leo en sus ojos. Se comprende a sí misma, y a su enfermedad, y a sus padres, y a los médicos, y a Cristina, y a todos. Simplemente comprende. En ella tengo otro ejemplo de vida. Una vez más, me gustaría parecerme un poquito a Celeste. Me gustaría comprenderla. Me gustaría comprender.



3 comentarios:

bemarro dijo...

qué razon tienes espe!!! qué fácil resulta opinar siempre de los demás y qué difícil es comprender a los demás. Es lo que a mi me gusta llamar mundo interior, es decir, aquellas motivaciones que llevan a las personas a realizar determinadas acciones y sólo ellas y a veces ni siquiera pueden jamás comprender, como para comprenderlo los demás que estén a su alrededor!!!
Como me gustan tus relatos!!!
Me gustaría que nos contaras alguna anécdota graciosa que te haya pasado, que seguro que las hay!!!
mil besitos

Unknown dijo...

No hago más que sorprenderme con tus escritos, tus experiencias y sobre todo... tu mirada hacia el otro.

Me ha impresionado y emicionado la historia de Celeste. Aprende de ella y comparte con ella.

Te quiero.

Miss_Cultura dijo...

Pobrecita¡¡¡pero se la ve llena de vida¡¡¡y eso es lo importante que luche que siga luchando¡¡
besotes Espe