Esta tarde, cuando he llegado al hospital, me he dado cuenta de que habían cambiado a Lucía y a Cristina de habitación. Me ha sorprendido un poco, porque el cambio ha consistido en convertir la sala de juegos en un nuevo cuarto para los pacientes, y estaba todo lleno de trastos. Supongo que habían llegado un punto en el que ya no les quedaba espacio para nadie más, y esa fue la mejor solución que encontraron...
El caso es que a eso de las 6, ha empezado a aparecer gente, la mayoría religiosos. Me he acercado hasta una monja con la intención de descifrar por qué toda esa gente estaba despertando a las niñas, después de lo que me había costado que se durmieran... Y qué sorpresa cuando me dicen que van a celebrar la misa ahí mismo.
Yo pensaba que se trataba de una broma, pero no. Hemos tenido misa y todo, con dos bebés enfermos dormidos. El caso es que cuando ha acabado, el cura que ha oficiado la eucaristía se me ha acercado, y hablándome a cámara lenta, me dice:
- ¿Hablas español? ¿De qué país eres?
- Española -contesto yo algo extrañada-.
- ¿Española? ¿Y entonces por qué no rezas, ni comulgas, ni te levantas, ni nada? ¿De qué religión eres?
Escucho el ataque verborreico, y respondo una vez más:
- Soy agnóstica.
- ¿Pero qué les pasa al los españoles que son todos agnósticos? Te tenemos que convertir ¿Cómo te llamas?
- Esperanza.
- Uy, con ese nombre ya lo tenemos todo hecho. Ya vendré a verte de vez en cuando para solucionar tu problemilla.
Y con las mismas, se ha marchado dejándome boquiabierta y sin palabras. En cuanto ha salido por la puerta, me han dado ganas de perseguirle por todo el hospital y ponerme a gritar histérica cualquier cosa que me quitase esa angustia que me había generado el mero hecho de que tratase de convencerme de nada.
He recibido una educación católica, tanto en mi casa, como en los cuatro centros educativos en los que he estudiado a lo largo de mi vida. Mi madre y dos de mis hermanos tienen ganado un trozo en el cielo sólo por las horas que invierten en la parroquia, y en general, la gente que me rodea es bastante religiosa. No sé por qué, pero la personas sienten una especie de necesidad congénita de convencer a los demás de sus ideas: espirituales, políticas, familiares... Y cuando intentas expresar lo contrario o no te escuchan, o te dicen que eres un irrespetuoso. Pues bien, yo creo en mis ideas y no hago discursos ante los demás. Me he venido a Paraguay a hacer un voluntariado, y eso que no creo en absoluto en las mismas cosas que los religiosos. Pero estoy aquí, igual que ellos, regalando mi tiempo a los demás, dándome a ellos.
Me he dado cuenta, de que todos, la gente en general, insiste en poner etiquetas a los demás: eres simpático, eres estudioso, eres independiente, eres católico. A partir del día de hoy yo no voy a ser nada más que Esperanza de Toro Mingo, y lo demás no van a ser más que complementos y actuaciones de mi ser. No pienso permitir que se me anule con un adjetivo, porque yo soy algo más que eso. Me corrijo: soy mucho más. Me presento una vez más:
Hola. Soy Esperanza. Un placer.
2 comentarios:
y mas en esos paises nena¡¡¡
lo he vivido en mis propias carnes,pero demuestrales quien eres realmente¡¡y que una etiqueta no vale nada
besotes
El agnosticismo es declararse imposibilitado intelectualmente para el conocimiento divino,(yo creo que en nuestros días el término se utiliza erroneamente), así que literalmente de vuestra conversación el cura solo está tratando de ayudarte. A mi me parece que lo único que pretendes es que te dejen en paz con tus creencias, a fin de cuentas si no fueras creyente no irías a tantos actos religiosos. Una cosa es creer en Dios y otra mu distinta la forma de llegar a él, porque cada uno busca la suya y quizá haya tantas como seres humanos...
Yo no me lo tomaría tan a pecho, de las conversaciones y confrontaciones siempre sale algo positivo...y a veces te dicen algo que no sabías...o que te hace pensar... Hay que sacar lo positivo, como dicen los ingleses open your mind.
Un beso fuerte Espe
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