lunes, 11 de enero de 2010

Patricia: el otro lado del comedor

Casi todos los días escribo cosas relacionadas con los niños del comedor, y cuando me siento inspirada o algo sensible, comparto pequeños fragmentos de mi vida. Todo esto hace que vosotros, los que me leéis, os podáis hacer una idea bastante exacta de lo que es mi experiencia aquí. Pero me he dado cuenta, de que hay veces en que me dejo cosas en el tintero. Detalles importantes de mi vida, que completan mis vivencias y me acompañan en este camino -a veces arduo- que recorro cada día desde hace casi tres meses.

Uno de esos detalles que no comenté como merecía fue precisamente el de la grandiosa presencia de mi amiga Patricia.

Patricia es de origen paraguayo, aunque vive en Madrid desde que nació. A pesar de todo, siempre que puede se monta en un avión y viaja hasta la otra parte del mundo para encontrarse con su familia materna, y también para establecer algún contacto con la otra mitad de sí misma.

Desde el momento en que llegó este año, en diciembre, me llamo para saber de mí. Enseguida se animó a venir al comedor, y conocer personalmente todas esas historias que yo contaba en mi blog cada noche. Y pudo poner cara a Emilia, a los Acosta, a Dahiana... A todos los niños que hoy son mi vida, y que creo que de alguna manera, para ella también lo son. Esas miradas que te roban el corazón y te devuelven un trocito de humanidad, muchas veces perdido entre las aceras de cualquier ciudad cosmopolita y adinerada.

Patricia vivió conmigo el pesebre viviente, repartió juguetes y tarta, compró juegos para que los niños tuviesen algo con lo que entretenerse en el comedor. Patricia les sirvió la comida, les hizo callar cuando armaban follón, les enseñó canciones, compartió su comida, y les trajo helado para celebrar algunos de sus cumpleaños. Patricia consiguió en un solo día que quisieran estar con ella. Y eso no es nada fácil en un ambiente como el de estos chicos.

Patricia ha sido parte de las navidades de este año. Definitivamente, ha sido un regalo. Desde aquí, una vez más, te doy las gracias de todo corazón, y te mando un beso gigante de parte de todos los niños del comedor.



Patricia con algunos niños

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