martes, 26 de enero de 2010

Incidentes Pre-Río de Janeiro

Nuestro viaje estaba preparado para 4 amigas, pero el día anterior, dos de ellas -que son hermanas- tuvieron que cancelarlo porque su abuelo se puso muy malito. Yo no sabía qué hacer, ya que no me sentía muy segura yendo dos chicas solas a la ciudad con más delincuencia del mundo, pero luego pensé que no sabía cuándo volvería a Sudamérica, así que agarré mis bártulos, y a las 10 de la mañana me monté con Ana en un autobús con destino a Río.

Nada más subir, el conductor -un negro de dos metros, vestido enterito de rosa chicle, y al que apodamos cariñosamente como pantera rosa- nos anunció que el aire acondicionado se había estropeado. No sé si podéis imaginar lo que es viajar a 45º, sin una sola ventana, y un ambiente recalentado insoportable, pero desde luego que yo no se lo recomendaría ni a mi peor enemigo.

Algunos dicen que cuando se tiene un enemigo común, las supuestas víctimas se unen para hacer fuerza, y eso fue lo que nosotros -los viajeros- hicimos. Nos rebelamos ante la pantera rosa, y le exigimos que se arreglase el problema. Hay que tener en cuenta que ya llevábamos 6 horas de caminos y las temperaturas seguían subiendo. La solución fue algo extraña, porque consistió en desalojar el autobús, y tenernos durante dos horas y media esperando en Foz de Iguazú sin nada que hacer. Pero al menos las 30 horas restantes de viaje no nos deshidratamos...

Cuando llegamos a la frontera entre Paraguay y Brasil, tuvimos que esperar una cola inmensa para sellar el visado, y a mí me recordó muchísimo a las largas horas de espera en la aduana de España con Portugal, cuando veraneábamos en Baiona y pasábamos el día en Viana do Castelo.

Una vez arreglados los papeles, y con el autobús de nuevo en orden, nos pusimos en marcha con mucha alegría, y valorando por primera vez la existencia del aire acondicionado. Había una señora embarazadísima que parecía que hubiese visto de nuevo la luz...

A esas alturas del viaje, ya conocíamos a todos nuestros compañeros de colectivo. Sabíamos sus nombres, sus profesiones, y sus destinos. Y mezclándome con la cultura paraguaya, aprendí que en cuanto compartes un tereré con alguien, inmediatamente se convierte en tu amigo. Nosotras no sólo compartimos nuestro tereré, sino que también nuestra comida y nuestros teléfonos, y de esa manera nos hicimos varios amigos.


Alan era un estudiante de periodismo, que iba a Victoria -a unos 1.000 km. de Río- a ver a su hermano pequeño. Era un chico encantador, y desde el principio congeniamos muchísimo con él.

Rocío iba sola de vacaciones a Río, y desde el primer momento le dimos el nombre de nuestro hotel para que pudiera ir a buscarnos, y se uniera a nuestra expedición brasileña.

Javier había estudiado Químicas y se pasaba la mayor parte del tiempo en un laboratorio. En esta ocasión había quedado con su novia en Río porque hacía tiempo ya que no se veían...

Todos y cada uno de ellos tenía una historia, y quería compartirla con los demás.


Después de 36 horas de autobús, un dolor espantoso de garganta debido al microclima polar post-arreglo del aire, varios números de teléfono, unos cuantos amigos más en nuestra agenda y alguna que otra contractura lumbar, nos vimos en la estación de ómnibus de Río de Janeiro. Gracias a Dios que Alan, el chico del que os hablé antes, nos acompañó a Ani y a mí hasta el hotel. Nos dejó allí, sanas y salvas, con todas las maletas listas y además, nos llevó hasta Copacabana para que conociésemos la mejor playa del Brasil de noche. Y realmente mereció la pena.

Nos dimos un buen baño nocturno, y nos sentamos en una terraza a tomar una cerveza bien fresquita. Y como estábamos agotadas, decidimos acostarnos pronto para poder aprovechar bien el día siguiente.

Alan se volvió a la estación de autobús para seguir su camino con destino Victoria, Rocío nos llamó para quedar al día siguiente, y nosotras dormimos como dos bebés.

La ciudad prometía bastante. Ya sólo quedaba empezar a descubrirla.

Continuará...



Con Ana y Rocío

2 comentarios:

Miss_Cultura dijo...

mirala¡¡¡¡¡¡eso si que es vivir la vida¡¡¡¡¡disfrutaloooooo

Concha dijo...

Deseando leer el episodio II :-)
besos guapa!