jueves, 11 de febrero de 2010

El Hotel del Lago

Como mis padres están aquí, decidí hacerles (antes de que vinieran) un programa para organizarles las vacaciones de la manera más placentera posible para ellos, y precisamente hoy nos tocaba ir a Caacupé y a San Bernardino (planning que yo ya hice hace cosa de un mes con Pati y su madre, y que podéis leer directamente desde aquí).

He de añadir, que a mi madre lo que más le gusta del mundo es hacer la ruta de la iglesia, o lo que es lo mismo: ver todas las catedrales, basílicas, parroquias, ermitas, monasterios, claustros, santuarios, centros de peregrinación, capillas, abadías, colegiatas, oratorios, templos y demás lugares de oración -católicos- que existan en el lugar al que va como turista. A mí esta costumbre siempre me pareció un tanto aburrida, porque yo no encuentro muchas diferencias entre unas y otras, pero a ella eso le hace feliz, y eso es lo importante. Así que cuando llegamos a Caacupé, ya estaba medio emocionada, rezando muchísimo y viendo cada una de las imágenes que estaban allí expuestas.

Pero como yo también sabía que mi padre iba a preferir ver algo de otro estilo, decidí llevarles a comer a Sanber, concretamente al Hotel del Lago. Se trata de una casa antigua, de estilo colonial, restaurada completamente para poder recibir a sus huéspedes... Llegamos a la hora de comer, y pedimos por favor al encargado que nos permitiese bañarnos en la piscina para refrescarnos un poco. En un principio se negó, alegando que ese servicio era exclusivo para los clientes del hotel, pero se fijó en la cara de mi madre -descompuesta por el calor- y se compadeció de nosotros, así que nos sentamos a almorzar, y después nos pasamos dos horas en remojo.

La verdad es que ha sido una tarde maravillosa, con esa piscina en forma de riñón, con las nubes perfectamente claras en el cielo, el jardín rodeado de vegetación tropical, y las gracias constantes de mis padres (que consisten en que él gasta una broma y ella no se entera de nada hasta que todo el público presente suelta una risotada general). Estoy disfrutando de ellos todo lo que puedo, porque aunque quiero a mis hermanos de una manera infinita, me está encantado ser hija única por un tiempo. Quién sabe, igual no los vuelvo a tener para mí solita nunca más...

Mañana me voy hacia Misiones, y pasado pasaré dos días en Iguazú... ¡Qué gusto!

Un beso enorme.





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