viernes, 19 de marzo de 2010

Don Gonzalo

Don Gonzalo es un todo un señor de mediana edad, aunque conserva aún muy vivo un niñito diminuto e indefenso en sus espaldas. Desde su alta estatura divisa un mundo musical, en el que las personas a veces giran como corcheas, en un piano perfecto de Chopin. 

Don Gonzalo peina canas casi desde su pubertad, aunque su espíritu es más joven que el de muchos bebés. Una vez le encontré a las ocho de la mañana, jugando con un cachorro alrededor de una mesa. Me enterneció tanto que ahora, cuando pienso en él, me viene siempre a la cabeza de esa manera: con su albornoz blanco, tirado sobre la alfombra persa del salón, lanzando a la perrita por los aires... Y al sentirse descubierto, posar al animal en el suelo de nuevo, y refunfuñar sobre lo sucia que era, y la de pises que había tenido que limpiar esa mañana.

Don Gonzalo es creativo, emprendedor y, por qué no decirlo, es sumamente sabio. Durante las cenas familiares, disfruta viendo a sus cuatro hijos y a su mujer sentados alrededor de la misma mesa, escuchando sus bromas, y compartiendo momentos únicos con sus retoños. Le encanta componer nuevas melodías en su viejo órgano, y algunas veces, cuando se siente nostálgico, se sienta al piano y toca rápido alguna pieza que su memoria alcanza a recordar.

Don Gonzalo tiene una hermana, a la que cariñosamente llama Niña, y cuando habla con ella le cambia la voz. Si te concentras en captar el fragmento de alguna de sus conversaciones, tienes un rato de diversión asegurada. Don Gonzalo es algo despistado, y tiende a olvidar sus cosas en cualquier lado, como los paraguas, las chaquetas, o incluso las caras... No tiene mucha memoria para recordar personas a las que hace tiempo que no ve, pero en cambio, a las que le rodean, las trata todos los días con suma paciencia e infinito amor. Cree que es muy fácil sonreír a los demás, y lo pone cada día en práctica durante su vida.

Don Gonzalo tiene un sentido del humor más bien británico, en parte influencia de su madre, y algunas veces también se ríe con algún que otro chiste escatológico, fruto de la convivencia con su adorado padre. Don Gonzalo monta en bici cada fin de semana, y pasea por un pinar próximo a su casa. Le encanta enlazar los brazos a la espalda, y caminar hasta que el cuerpo aguante.

Don Gonzalo habla muy bien francés, con acento y todo. El inglés le cuesta mucho más, por lo que trató de inculcar a sus hijos las virtudes de aprender este idioma a edades más bien tempranas. Valora mucho el mundo de los sonidos, y disfruta tanto escuchando música, que es casi emocionante verle mirar al infinito, con los ojos perdidos en otra dimensión algo más perfecta. Pero como prefiere disfrutar de Strauss en soledad, con la intimidad de sus altavoces nuevos, esa imagen es algo exclusiva...

Don Gonzalo trabaja en el centro de Madrid, aunque si le diesen a elegir, se quedaría siempre antes en la pequeña casa que tiene en el Valle del Jerte. Adora ponerse un mono azul, subirse en su tractor, y simular que es agricultor por un día. Pero cuando llega el domingo por la noche, vuelve su faceta laboral, el traje a medida, y la sonrisa pletórica disminuye un poquito.

Don Gonzalo disfruta de los aperitivos de los domingos, después de la misa, haciendo vida social. A veces toma cerveza, y otras un vermuth bien frío. Aunque lo que realmente le apasiona, es comprarse diferentes tipos de aceitunas al por mayor, y enseñarlas en casa como si fuesen un tesoro. Él las llama sus chuches...

Don Gonzalo trabaja por y para que nada le falte a su familia, y es una de las mejores personas que existen sobre la faz de la Tierra. Amante de los buenos libros, inquieto espiritualmente e inconformista, es un ejemplo para sus hijos, e incluso para su esposa, a la que en ocasiones sosiega. 

A don Gonzalo le encanta viajar, y ha recorrido buena parte del mundo ya. Ha puesto el pie en cuatro continentes, por trabajo y por placer, y siempre está dispuesto a descubrir nuevas culturas, nuevas gentes, y nuevos libros impresionantes que no dejan de mostrar lección tras lección lo que la vida ha enseñado a otros, y ahora a él.

Yo siempre pensé, cuando era pequeña, que de mayor quería ser como él. Para mí es el mejor ejemplo del mundo, es mi guía espiritual, es un amigo y un líder. Don Gonzalo puso en mí la mitad de lo que hoy soy (y unos cuantos eurillos más), y siempre ha estado a mi lado pasase lo que pasase.

Don Gonzalo estará esperándome en el aeropuerto cuando vuelva... Y entonces podré decirle, personalmente, un muy sentido te quiero, papá.


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