Hoy teníamos reunión de padres en el comedor. Una vez al mes se fomentan este tipo de encuentros para estar al día de las novedades de los chicos, establecer contacto con sus titulares, y poner las medidas necesarias para mejorar lo que ya existe.
El caso es que, a pesar de la locura de día, ha habido un momento en que ha llegado Marlene (la misma chica a la que ayer pedí su leche materna para Librada), y me ha pedido que me encargase de su bebé de 2 meses. En cuanto me lo ha puesto en los brazos, he empezado a mirarle sin parar, con cara de atontada. Los niños me preguntaban si era mío (yo no sé qué clase de ideas pasarán por sus mentes para pensar que de repente un día aparezco con un recién nacido, pero bueno)...
Y después de una hora, admirando las manos diminutas, los piececitos, el pelo suave y corto, se me ha acercado Rosana -la cocinera- y me ha susurrado al oído: Espe, te queda muy bien. Yo me he girado y le he preguntado con la mirada a qué demonios se refería. Entonces he agachado los ojos, y me he dado un susto de muerte al comprendersu mensaje. Era el bebé el que me quedaba bien, como si fuese un complemento más, unos pendientes o un bolso nuevo... Me he empezado a agobiar, pero entonces he comprendido que efectivamente me quedaba muy bien. Sé que nací para ser madre, y algún día, si el Universo me escucha, cumpliré ese sueño...
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