Lamento comunicaros que hoy me he transformado en un trol de aspecto costroso, con el superpoder de expulsar su peso en mocos, y además deshidratarse dos veces en el mismo mes.
Sí, sí. Todos aquellos que me conocéis como Espe, la dulce flor del campo, ahora os quedarías impresionados por el despliegue casi bélico que he montado en mi habitación. Algunos ya sabéis que siempre tengo que dormir con un rollo de papel higiénico a mi lado. Pues bien, a media tarde ya he acabado con tres, y el cuarto está a medias. Tengo mil botellas de agua alrededor de la cama, y en la mesilla de noche hay en este instante 7 blisters de diferentes medicamentos (y agradezco al Universo que alguien inventase el Paracetamol de 1 gramo en pastillas efervescentes).
Como se ha apoderado de mi garganta una especie de alienígena malévolo que me impide pronunciar cualquier tipo de palabra, sonido o deseo, tengo que hacer gárgaras con hoja de guayaba (aquí lo natural aún se lleva mucho). Y como se me ha congestionado toda la cara (pero toda entera, cosa extraña), siento que cuando la muevo para toser y/o estornudar -sí, puedo hacer ambas cosas a la vez- una serie de fluidos algo desagradables acompañan cada movimiento. Claro, que eso sin mencionar que estoy aburridísima, metida en la cama, durmiendo a ratos, leyendo a otros, y escapándome cuando me siento con algo más de fuerzas hasta el salón, para ver si hay alguna novedad emocionante en mi facebook.
Pero lo más extraordinario de todo es que he descubierto que mi tos es ultrasónica. Esto es, tiene el poder de despertar a todo el convento, puede llegar a durar 2 minutos seguidos, y además destrozarme aún más la garganta (y eso que yo pensaba que sería imposible).
Y por si fuera poco, una serie de virus se autorreproducen a mi alrededor, luchando arduamente por conseguir su huequito dentro de mí, esperando que les acoja encantada, como la mejor de las anfitrionas. Y dado que siempre me gustó ser una señora, pues ala, ahí están todos, tan a gusto, montándose una fiesta nocturna a mis espaldas hasta la madrugada, despertándome cada hora, y llevándome como una zombie hasta mis remedios para la tos. Y cuando tengo fiebre, me levanto a por una mantita para paliar el frío, y me da por llorar...
Espero que esto se me pase pronto. No tenía una gripe así desde hace años (ni siquiera en Polonia, cuando dejé de fumar). Y eso que estamos en pleno verano. Imaginaos si llego a estar en el crudo invierno que se está aconteciendo -según mis informantes- en Madrid...
Los niños del comedor ya han preguntado a las hermanas que cuándo iba a volver a estar con ellos. Lo que no saben, es que yo también me hago esa misma pregunta.
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