Después de llevar aquí el tiempo suficiente como para saber lo que es un pobre de verdad, me he dado cuenta de que el voto de pobreza en realidad, para las hermanas de origen paraguayo, es más bien una promesa de bienestar.
Hay cosas que me resultan realmente extraordinarias, como el hecho de que desde el mismo momento en que dicen “oiga, que yo quiero formar parte de esta congregación”, saben que siempre tendrán un plato de comida en la mesa, que su salud estará bien cuidada, toda su educación pagada desde principio a fin, que siempre tendrán una cama y una buena ducha y, por si eso fuera poco, la posibilidad de viajar por casi todo el mundo.
Y yo me planteaba esto precisamente esta mañana, mientras miraba a tres postulantas paraguayas que tienen intención de consagrarse en muy poco tiempo. Resulta desconcertante mirar la boca de la mayoría de la gente aquí, al menos de las personas con la que yo me muevo, y ver que la mayoría de ellas no tienen dientes, o están negros o partidos o mil desgracias más. ¡Con lo que influye la dentadura en el aspecto! Pero debido a una combinación nefasta de desnutrición y falta de recursos, te cruzas con chicas de 18 años sin ni un diente, o con bebés diminutos con toda la dentadura negra…
Y luego ves a las postulantas, cuya salud bucal estaba sufriendo el mismo destino hasta que conocieron a las hermanas de San José de Cluny (y en concreto a mi tía y su obsesión por los dientes, supongo que viene de familia) y todas ellas han mejorado notablemente en este aspecto y en todos los que están relacionados con el campo de la medicina. De hecho, hubo una monchi a la que aquí no le detectaban lo que tenía, y la mandaron en varias ocasiones a España para que visitara a una sucesión de especialistas en diferentes campos, hasta que hallaron un problema en el sistema endocrino. Porque las monjas están muy bien cuidadas, y no hay más que verlas, que tienen todas una cara de rosa… -Y ojo, que yo no digo que esté mal, sino más bien todo lo contrario, que esto de que no puedan ver tu cara ni percibir el tono de voz, hace que muchas veces el mensaje no llegue de la forma correcta-.
Por eso supongo que el voto de pobreza para algunas, sobre todo para las que vienen de países más ricos, es más duro, porque sus posesiones se limitan a la cobertura de las necesidades básicas de casa, salud y alimento, pero en cambio a la que creció en un ambiente bastante más hostil y sus recursos eran infinitamente más limitados, su ingreso en el convento ha sido poco más que un seguro de vida y una garantía en todos los aspectos importantes para una persona, eso sin mencionar el crecimiento espiritual que experimentan las hermanas casi a diario.
Por lo tanto, después de hablar con las monchis sobre sus infancias –la mayoría bastante duras-, y de dejarme sorprender por algún que otro ejercicio de observación, concluyo que el voto de pobreza sólo afecta a las hermanas que provienen de los países más desarrollados, porque os puedo asegurar que la calidad de vida –en todos los aspectos- de las monchis paraguayas e indias, que son las que yo he conocido, ha aumentado hasta un punto inexplicable con palabras. Quizá aquí el convento –o el seminario- sigue siendo una manera de que las madres garanticen la seguridad de sus hijos, eso no lo sé, pero desde luego aquí mis monchis ya saben que si mueren no es por falta de interés o de recursos, sino más bien porque es la voluntad de Dios. Y no todos los paraguayos tienen la suerte de poder decir lo mismo…
1 comentario:
Espe:
Recuerda que los Votos de las Hermanas son un conjunto y los que para unas pueden ser sencillos de cumplir e incluso ser una buena cosa,para otras pueden ser muy ásperos.
En conjunto, Espe, ser una buena monchi requiere tanto sacrificio que como no se tenga mucha Fe y mucho amor, para una persona normal es imposible.
Un beso para ti y para tus monchis.
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