Y hoy por fin, después de un par de meses de espera, he visto de nuevo una cara conocida –a excepción claro de mi querida tía-. Se trata de Patricia, una amiga española de origen paraguayo que se ha venido a Asunción a pasar la Navidad con su familia. Y yo tan contenta, sobre todo porque su prima Kathya me cae la mar de bien.
La tarde ha resultado ser muy placentera y sumamente instructiva, aprendiendo más cosas de Paraguay, de la otra realidad, de la que ni veo ni imagino, pero que también existe. Y os sorprendería lo bien que te lo puedes pasar con las alternativas ociosas y creativas que ofrece esta ciudad, tan latina.
Pero sin duda, lo mejor que tiene este país, es su gente. Todo el mundo te abre las puertas de su casa y de su vida sin siquiera pestañear. No dudan de ti ni por un instante, y te tratan como a un miembro más de la familia. Me encanta el ambiente acogedor que se percibe en cada tertulia y en cada hogar. Parece que te conocen de siempre, y tratan que tu estancia sea lo más agradable posible.
Quizá Paraguay no tenga los cines más grandes del mundo, ni las mejores discotecas, ni unos monumentos espectaculares que atraigan a turistas y curiosos, pero merece la pena pasarse un par de día conviviendo con sus gentes, sintiendo de primera mano ese candor y esa ternura que se refleja en cada uno de sus actos, ese amor que reina en sus vidas.
1 comentario:
ya ya!, ahora arréglalo!.
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